Meditación sublimación (Ejercicio práctico)
- Juan B Mejía V
- 3 dic 2017
- 3 Min. de lectura
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La única forma de conquistar el espacio interior es a través de la meditación, y por medio de ella establecemos las condiciones propicias para sublimar nuestras energías. Sublimar, en el caso de los seres humanos, es transmutar las energías groseras como el odio, la envidia, la lujuria, la pereza, etc., en energías más sutiles como el respeto, la diligencia, la templanza, la acción fecunda, etc. Por medio de la meditación se va alcanzando gradualmente la armonía interior, el equilibro, conquistando estados de consciencia más elevados, y se van despertando y actualizando los diferentes centros de energía, hasta que se llega a tomar contacto con el Yo Superior, que es el que realmente dirige nuestra existencia y nos conduce por la senda de La Divinidad. Esto nos permite armonizar nuestros vehículos y nos ayuda a avanzar en el proceso de perfeccionamiento, transformando las locuras emocionales, instintivas y pasionales que constantemente nos acicatean, en fuerza moral y volitiva, consciencia superior y amor divino. La meditación nos permite acceder a la sabiduría, nos ayuda a conquistar una salud excelente, y construir un puente de comunicación con nuestro ser interno. De esta manera los pensamientos son dirigidos focalmente hacia el punto que deseamos, para introducirnos de manera más efectiva en los senderos del conocimiento interior. Quien realiza esta práctica con persistencia, sin faltarle un día, al cabo de unos tres meses, se va tornando más magnético(a), más dueño(a) de sí mismo(a), más positivo(a), más próspero(a). Se debe realizar el ejercicio de meditación en la mañana inmediatamente después de levantarse, y en la noche en el momento en que nos disponemos a acostarnos. Si se dispone de tiempo y disposición para hacerlo, puede hacerse también al medio día luego de tomar el almuerzo. Lo ideal es que se practique durante más de una hora en cada sesión, pero para los poco entrenados, es conveniente comenzar con 15 minutos e ir aumentando paulatinamente la duración. El ejercicio es el siguiente: Relájese completamente, para lo cual evite recostarse en el espaldar de la silla. Mantenga la columna vertebral recta, con la cabeza ligeramente inclinada hacia adelante, formando un eje vertical entre la coronilla y la base de la columna vertebral. Los pies juntos atrás y adelante, y las manos descansando la una sobre la otra. Haga tres respiraciones profundas, inhalando por la nariz y exhalando por la boca, sin forzar la respiración. Esto permite relajar el cuerpo y sosegar la mente. La respiración durante la meditación, debe hacerse con la mayor suavidad, armonía y mística posibles, siempre por la nariz. No se debe escuchar la entrada o salida del aire. Inhale suavemente e imagine que en la base de la columna vertebral hay una fuente de luz muy intensa, la cual a medida que va exhalando lentamente, la hace ascender por el interior de la columna en forma de espiral, y al llegar al corazón imagine que esta luz inunda su corazón, y allí se expande hasta convertirse en un potente Sol que inunda su cuerpo, su habitación, su vivienda, su barrio, su ciudad, su país, y la tierra toda. Al tiempo que la luz se va expandiendo, repita mentalmente: “Paz, amor y armonía a todos los seres.” Al exhalar, repita audiblemente o con la lengua del pensamiento, los siguientes mántrams, siete veces seguidas cada uno: OM (OOOOOMMMMM), y luego: Om Mani Padme Hum. (La H de Hum se pronuncia como J: “Jum”.) Pronunciar OM, es como decir “Amor”. Om Mani Padme Hum, es una súplica a La Divinidad para que comulgue con nosotros en el centro magnético del corazón. “Seguidamente, imagine que en su corazón se encuentra un átomo poderoso, como un Sol en miniatura -que algún día será un Sol radiante tal como lo fue el Señor Jesús: un Sol de amor, de sabiduría, de magia espiritual- e intente compenetrarse con su LUZ.” Repita todo el proceso varias veces. Al finalizar, pronuncie el sagrado mántram Amén por tres veces.
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