Nuestro talón de Aquiles
- Juan B Mejía V
- 25 jun 2018
- 3 Min. de lectura
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Se da el nombre de “talón de Aquiles”, a un aspecto de nuestra naturaleza interna, en el que somos mucho más vulnerables. El talón de Aquiles de la humanidad en lo que respecta al desarrollo espiritual, es la esfera psicosexual.
El instinto de reproducción es inherente a todos los seres vivos, pero en el ser humano, el instinto psicosexual va más allá de la función netamente generadora, por la cual se perpetúan todas las especies. Es un poder tan inmenso el que tiene la energía sexual, que por medio de ella se forma un cuerpo físico para que un Ego o Espíritu expectante pueda renacer. La energía sexual es la energía de la Vida, que a su vez nos permite la actividad física, emocional, mental, imaginal, sensorial y conscientiva.
Generalmente, por ignorancia, se abusa de la energía sexual, llevando a la degeneración progresiva en todos los campos, lo que se traduce no sólo en vejez prematura y enfermedades físicas de toda índole, sino en enfermedades anímicas y mentales, y es la causa de tanta ignorancia y violencia.
¿Cuántas parejas comienzan con mucho romance, pero terminan en rupturas y enemistades? ¿Por qué una pareja que se adoraban tanto, que se amaban tan intensamente, que sentían tal cariño, tal magnetismo, tal atracción el uno por el otro, llegan a no soportarse? Por el abuso de la energía sexual.
Es con educación y no con píldoras o preservativos, como se debe enseñar al ser humano, que en el sexo se encuentra radicado el divino milagro de la Vida, de la existencia, tanto de vegetales y animales, como de personas, y que es allí mismo donde se encierra el poder, con el cual podremos despertar las capacidades internas que harán del ser humano un ser divinizado.
El instinto psicosexual que atrae lo masculino a lo femenino, es indispensable para que la raza y las especies no desaparezcan; al conjugarse los cuerpos y fusionarse las semillas, la evolución continúa.
Al surgir el deseo y la necesidad generatriz en la humanidad, empezó a generarse karma negativo, proporcionando dolor, tristeza y decepciones. En ese momento comenzó el proceso de la evolución de la consciencia, para llegar a ser dioses, proceso que continuará durante eones.
Quienes más se dedican a satisfacer el sexo, son personas que no sobresalen en el campo intelectual, no son iluminados, sabios, genios, inspirados, artistas, ni grandes músicos, como tampoco son espiritualistas, ni personas de renombre, para darle a la humanidad algo importante que pueda servirle para evolucionar.
Cada ser humano en el proceso evolutivo, tiene una lucha tremenda, no solamente con el entorno, sino con sus energías inferiores y con todas sus deficiencias como humano. Por eso no debemos criticar a nadie. Si una persona está cometiendo un error, ese error inexorablemente le ocasionará dolor, tristeza y enfermedades. A través del dolor y del sufrimiento, el ser humano va adquiriendo consciencia.
Cuando una persona sublima conscientemente la prodigiosa energía generadora, se convierte en un ser de evolución, se siente pleno de felicidad, de armonía, arrobado de dicha, y al comulgar con su Ego (su Yo superior), deriva de él la sabiduría acumulada a través de millones de años de evolución.
Jesús, Buda, Lao Tsé, Hermes, Pitágoras, Platón, Aristóteles, los genios, los santos, los maestros de la música y del arte, fueron grandes porque sublimaron ese excelso poder. Solamente los grandes seres que de alguna manera guían la evolución humana (aunque la mayor parte de la gente no conozca de su existencia ni de su trabajo), han trascendido el instinto, viendo en la esfera sexual el “templo de Dios”.
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