Acto de rebeldía
- Juan B Mejía V
- 16 abr 2018
- 3 Min. de lectura
.
La respuesta a todas nuestras inquietudes está dentro de nosotros mismos, en nuestro ser interior. Pasamos mucho tiempo buscando afuera, investigando, consultando, preguntando, leyendo, pero sólo cuando volvemos nuestra mirada hacia nosotros mismos; cuando intentamos tomar consciencia de nuestras sensaciones y percepciones interiores; cuando prestamos oídos a nuestro propio ser interno, empezamos a develar el misterio que hasta entonces parecía insondable, y poco a poco se va haciendo la luz que ilumina nuestro camino hacia nosotros mismos, que es el camino hacia la verdad, hacia el poder, hacia Dios.
Pasamos una gran parte de nuestra vida creyendo que somos un cuerpo que se vale de un alma para su tránsito por esta tierra y que al terminar ese cuerpo su jornada, todo acabó; o como nos lo propone la religión católica, sigue la vida eterna. Esta fue mi concepción hasta muy avanzada mi vida, ya que es la herencia que recibí de mis padres; mas no dejaba de cuestionarme y cuestionar esta filosofía, que me parecía demasiado injusta al ver que muchos seres “buenos” sufrían profundamente y muchos seres “malos” disfrutaban de prosperidad y comodidades que no merecían. Hoy estoy convencido de que no existen seres ni buenos ni malos; sólo existen personas que en ocasiones, quizás muy a menudo, realizan acciones positivas o acciones negativas.
Pues bien, la existencia que estamos experimentando es parte de la vida eterna; la aparente injusticia en el decurso del universo se encuentra en la forma como hemos sido aleccionados para que pensemos de tal o cual manera, sin permitir que el propio discernimiento sea el que oriente nuestra marcha por la vida. Hemos sido manipulados por medio de múltiples artificios como el demonio, el infierno, el pecado, la condenación, la muerte, para generar un terrible miedo que nos paralice y nos conduzca a creer ciegamente y a obedecer sin cuestionamiento las normas trazadas por quienes pretenden manejarnos.
Pero los seres humanos llevamos dentro la luz, que nos hace vislumbrar una realidad diferente, más acorde con la justicia, más sensible a la bondad, que nos reconcilia con el universo y nos induce a rebelarnos contra los conceptos y normas que nos han sido impuestos para obligarnos a recorrer una senda equivocada. Y esa rebeldía nos incita a buscar respuestas, a indagar en procura de satisfacción a las múltiples inquietudes que bullen en el interior de nuestro ser, a escudriñar en todos los ámbitos para confrontar los múltiples conceptos con nuestras concepciones, a la luz de una nueva visión que del universo intuimos, que percibimos cercana aunque distante.
Y es este impulso el que nos conduce a un despertar, doloroso quizás, difícil y tortuoso, pero que nos proporciona la certeza de que el universo es maravilloso en sus manifestaciones y en su marcha armoniosa e inexorable, que la vida es fascinante en sus manifestaciones y expresiones, que el ser humano está destinado a grandes y sublimes cosas que han estado ocultas a la percepción de la mayoría, porque hemos estado deambulando con los ojos vendados, sordos a toda manifestación extraterrena, incrédulos ante las constantes parábolas que nos presenta la existencia, intentando mostrarnos el verdadero camino.
En cada ser humano existe ese deseo innato de penetrar en las profundidades de su consciencia, en procura de respuesta a sus múltiples inquietudes, en busca de apoyo para la consecución de nobles ideales, en espera de la objetivación de un mundo mejor, más justo, más equilibrado. Esa comunicación con nosotros mismos, con nuestro ser interior, o mejor, con nuestra consciencia, puede lograrse mediante la meditación y la sublimación.
Comentarios