top of page

La consciencia o el cultivo del Ego

  • Jorge Hernando Santos
  • 14 may 2018
  • 4 Min. de lectura

.

En el ser humano, desarrollar Consciencia es desarrollar el Ego, es decir, el Centro o vórtice de Consciencia diferenciada. El Ego (con mayúscula) es el Yo interior, es la experiencia que cada quien ha acumulado a lo largo de millones de años desde que alcanzó la condición humana, y la que sigue acumulando en el presente. Consciencia guardada en su interior como infraconsciente y exteriorizada como consciente, como conocimiento educido.

La experiencia es el verdadero substratum de todo verdadero conocimiento. No es lo mismo “aprender” algo que otro nos ha “enseñado” o contado de manera memorística y superficial, que aquello que ha sido iluminado por la experiencia, ya que todo lo que es fruto de esta, pasa por nuestro sensorium (el corazón) y queda guardado como divino depósito (este es el inconsciente freudiano, que mejor debe llamarse infraconsciente, porque de inconsciente no tiene nada), listo para exteriorizarse en el mundo como experiencia educida, cada vez que llame a la puerta una vivencia similar o asociada, lo que confirmará la validez y sentido de nuestros asertos, e iluminará los caminos que debemos recorrer para salir adelante.

Normalmente, de lo que más aprendemos es de nuestros errores, porque nos inducen a sufrimiento y este nos acicatea para enderezar el camino, para perfeccionarnos en tiempo y espacio. La intuición, entonces, no sale de la nada, sino que es fruto de esa experiencia acumulada, exteriorizada simultáneamente como sensibilidad y como Consciencia.

El más grande conocimiento educido por cada persona es de este orden, y si lo exterioriza es porque es parte suya y en consecuencia le acompaña por la eternidad. Así es como se construye el Ego. Venir a este mundo, ir a su encuentro, es verdaderamente extraordinario, siendo el primer paso, mas no suficiente. El siguiente paso es lo verdaderamente trascendente: ir desde la experiencia externa al encuentro de nuestro Ser Interior, tomando contacto con nuestro Maestro; es así como se actualiza consciencia, educiendo Ego y Alma, que ya es Sabiduría, porque se manifiesta como Amor, como Belleza, como Consciencia, como fuerza interior, como Voluntad, como Carácter, exteriorizando cada quien todas las facultades adquiridas en su proceso evolucionario.

Todos exteriorizamos en este mundo lo que hemos cosechado a lo largo de la evolución. Esto es lo que definitivamente explica los extremos del idiota y el genio, y la infinita gradualidad entre estos dos extremos; pues, ¿de qué otro modo podríamos entender el genio de un Mozart, que ya en su niñez tocaba con maestría, lo que músicos consagrados a un instrumento no consiguen en toda una vida; y ello sin contar los cientos de obras esplendorosas que compuso a lo largo de su corta vida? ¿Cómo explicar el genio de un Thomas Alba Edison, quien prácticamente no pasó por la escuela y aun siendo un niño, subido en un tren (que prácticamente era su casa), montó una prensa en uno de los vagones y editó un periódico que daba cuenta de las últimas noticias de la región, recogidas por él mismo en el camino, con lo que su periódico era a su vez el periódico más actualizado de todos, el que vendía como pan caliente dentro del tren y en las estaciones por donde este paraba. Este sólo hecho nos muestra su genio sin par, sin necesidad de contar sobre sus más de mil inventos patentados, entre los que se cuentan el fonógrafo y la bombilla eléctrica? ¿Cómo explicar la genialidad de un Einstein, autor de la Ley de la Relatividad, considerado por algunos de sus profesores como un estudiante mediocre?

Y así podríamos mencionar las múltiples hazañas de hombres geniales, de quienes con certeza, si bien se cultivaron y vivieron intensamente su relación con el mundo, extrajeron su sapiencia de su mundo interior.

“El genio –ha dicho Schopenhauer– consiste esencialmente en la perfección y energía del conocimiento intuitivo. El genio ve un mundo diferente del que ven los otros seres humanos, porque su mirada penetra más profundamente en ese mundo que se ofrece a los ojos de todos. La facultad de la intuición posee un excedente de energía, suficiente para provocar en el cerebro una imagen pura, clara, objetiva e involuntaria del mundo exterior… El genio es un exceso anormal de inteligencia… El conocimiento más primitivo, más esencial y profundo, es el conocimiento intuitivo. En donde se nos revela primeramente la naturaleza de las cosas, es en la intuición. Cualquier conocimiento profundo o verdadera sabiduría, arranca de la comprensión intuitiva de las cosas. Toda verdadera obra de arte, todo pensamiento imperecedero, está tocado por la chispa vivificadora de la concepción intuitiva… No teniendo imaginación, no se tiene otra intuición que la positiva que los sentidos proporcionan, y hasta que esto sucede, no le queda a ese ser otro recurso que rumiar conceptos y abstracciones, y no lograréis verle producir nada más grande… La característica del genio es ver lo general en lo particular; el hombre común no ve en lo particular más que lo particular.” (Schopenhauer. “El mundo como voluntad de representación”. Citado en “La Mente Dividida”.

 
 
 

Comentarios


Entradas destacadas
Entradas recientes
Archivo
Buscar por tags
Síguenos
  • Facebook Basic Square
  • Twitter Basic Square
  • Google+ Basic Square

© 2023 by Name of Site. Proudly created with Wix.com

    bottom of page