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La masturbación

  • luzenelsendero
  • 9 jul 2018
  • 3 Min. de lectura

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Uno de los vicios más graves y que destruye la salud y dignidad de la humanidad, especialmente de la juventud, es la masturbación, y es la tendencia a satisfacer el impulso sexual a como dé lugar.

Se debe orientar a niños y jóvenes de ambos sexos, para que aprovechen la juventud y traten de evitar hasta donde sea posible el uso del sexo; especialmente que no se masturben, pues se agota el sistema nervioso, se dilapida el magnetismo, se oscurece la capacidad de comprensión y se nubla la luz del Espíritu.

Es más brillante, activo(a) y despierto(a) el/la adolescente que conserva esa poderosa energía. Cuando la persona conserva su energía genésica, se observa en su comportamiento y ademanes algo extraño, maravilloso, magnético, que le hace más atractiva para todas las personas, mientras que aquellas que están constantemente agotándose, desgastándose en el campo sexual, no sobresalen en su estudio ni en su trabajo, no son brillantes en ningún campo.

La masturbación degrada y embrutece: aunque la medicina y la psicología digan lo contrario, disminuye progresivamente la inteligencia, el magnetismo y la belleza.

La masturbación pone a las personas que cultivan este vicio, en relación con entidades larvarias que pululan en el bajo astral, que se alimentan de las emanaciones que la humanidad libera en el espasmo del orgasmo, cuando esto se hace fuera de su recipiente natural.

Los hermanos de la sombra, los magos negros, utilizan para sus propios fines, la energía liberada por los vicios que la humanidad cultiva en los momentos de pasiones absurdas, ya sea entre los cónyuges, entre o con la masturbación, porque esta energía es |sagrada y muy poderosa y sirve tanto para generar, para construir, para crear personas o universos, como para destruirlos.

Decía el maestro Krumm-Heller: “Lo que hace tan decrépita, enfermiza e impotente a la generación actual, es el vicio de la masturbación, tan arraigado en la juventud de ambos sexos. Si supieran los padres y los maestros, el grave daño que hacen al no advertir del peligro a sus hijos y discípulos, tomarían medidas adecuadas para el caso. ¡Cuántas voluntades se agotan, cuántos rostros que pudieran haber sido bellos, se marchitan, cuántas existencias se truncan por no dar la voz de alarma!”

La manera de conocer si una persona ha caído en el vicio de la masturbación o si es afectado por el eterno enemigo de la noche, los íncubos y súcubos, es porque presenta pereza. Pierde energía y no es capaz de levantarse temprano, prefiere levantarse a las diez de la mañana; cuando quiere hacer una cosa la deja para después; le faltan la habilidad, el vigor, la independencia, la fuerza y el poder para sublimar sus energías.

Los abuelos, de una manera muy ordinaria pero científica, decían que cuando un adolescente o un adulto se mantiene con pereza, “es porque está pajizo”, haciendo referencia a esa etapa por la cual pasan muchísimos seres (y por la que todos hemos pasado alguna vez en la evolución), porque cuando se abusa de esa energía, a través de la masturbación, se pierde la fuerza volitiva y no se quiere hacer nada.

No se le debe dar rienda suelta al instinto, malgastando el aspecto hormonal que encierra tras de sí un poder ingente. Pero la continencia absoluta sin una elevada moral, también es perjudicial, porque desencadena vicios.

Una cosa es el celibato y otra es la castidad. Una persona puede ser casta sin ser célibe, mientras otra puede ser célibe pero no casta; es decir, que no se vincula a la otra polaridad en el campo íntimo, pero puede estar perdiendo su energía por el eterno enemigo de la noche (los súcubos, los íncubos o la masturbación); entonces, ¿para qué sirve un celibato de esa manera?

Cuando esa energía maravillosa es conservada y además dirigida estéticamente hacia la esfera de la sensibilidad en el corazón y de la consciencia en el cerebro, estamos felices, sanos, nos sentimos perfectos, llenos de voluntad, coraje, vigor, energía y poder. Pero cuando esa esfera se va debilitando por la masturbación y por la satisfacción efímera del instinto, estamos marchando hacia la decrepitud, la inconsciencia y el dolor.

Las personas nerviosas son débiles anímicamente, aunque en lo físico sean muy fuertes. Las personas anímicamente débiles, lo son por multitud de causas que es un poco cruel decirlas, pero hay que mencionarlas: la masturbación y el abuso del sexo, debilitan extraordinariamente las neuronas, impidiendo tener estabilidad psíquica. Al fin de cuentas, los nervios son los aparatos a través de los cuales el poder psíquico se manifiesta.

Cuando la persona decide no abusar de esa energía, pero se mantiene con imágenes psicosexuales, morbosas, se está haciendo un daño muy grande que a la larga ocasiona las psiconeurosis y los psicopatologismos. Fue en este campo donde Freud le prestó un gran servicio al mundo, enseñándole a auscultar el Alma, al decir: “los psicopatologismos originados por las imágenes psicosexuales no sublimadas, son el gran problema de humanidad”.

Fuente: Libro El Talón de Aquiles, por Iván Darío Quintero

 
 
 

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