Íncubos y súcubos
- Juan B Mejía V
- 23 jul 2018
- 3 Min. de lectura
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Los íncubos, son entidades larvarias astrales, que toman forma de varón para cohabitar con las mujeres mientras duermen. Los súcubos, son igualmente entidades larvarias astrales que toman forma de mujer y cohabitan con los hombres durante el sueño. Tanto los íncubos como los súcubos, son producto de una imaginación morbosa, que crea una imagen lasciva que se hace “objetiva” y “tangible” en los sueños.
Estos seres que proliferan en los sueños de las personas, especialmente cuando se levantan después de que el sol ha salido, son formas monstruosas y su energía es degradante, pero para seducir a sus víctimas, adoptan la apariencia de personas hermosas, de bellas mujeres para cautivar a los hombres, y de apuestos varones para conquistar a las mujeres. La persona clarividente, ve esas horripilantes figuras y se queda aterrada al ver que los seres humanos tienen sexo con ellas.
¡Son sólo sueños! Dirá alguien. Pero los sueños forman parte de nuestra realidad como seres humanos, aunque la mayoría desconocen este entorno, porque no se han cultivado en el aspecto interior, en el ámbito espiritual. Tan reales son estos seres, que la persona que cohabita con ellos, tiene orgasmo, y su lecho queda impregnado de la sustancia sexual generada con ese acto, que lamentablemente lleva al desperdicio de la poderosísima energía de la vida que hay en ella.
En la adolescencia y en la edad adulta, es muy negativo quedarse dormido después del amanecer, porque estas larvas astrales, suelen coger mucha fuerza cuando salen los rayos del Sol, cuya radiante energía estimula la esfera germinal, lo que facilita que los súcubos cohabiten con el varón y que los íncubos lo hagan con la dama, y es algo que desde el punto de vista esotérico, es muy grave para la evolución, porque al perderse la energía, se pierden el magnetismo, la alegría y muchas veces la salud.
Por eso los sueños de naturaleza erótica, son una verdadera desgracia para la humanidad, y es una situación a la que infortunadamente, el ser humano está vinculado durante gran parte de su evolución, porque son atavismos, cargas, nexos, traídos de otras encarnaciones.
Son los íncubos y súcubos “nuestro propio legado”, nuestras creaciones generadas por los vicios, por el desgaste sexual, que vienen a cohabitar sexualmente con nosotros cuando estamos dormidos, sin que el Ego o Espíritu pueda controlarse consciente y racionalmente, porque al ser creados por nosotros y alimentados con nuestras imágenes eróticas, con nuestros deseos lujuriosos, con nuestra desbordada emotividad, tienen una fuerza incontenible.
Cuando vemos larvas astrales, inconscientemente en los sueños, nos parecen bellezas superiores a las conocidas, pero quien tiene la capacidad de verlas clarividentemente, observa con espanto y repugnancia lo que las aberraciones y la imaginación desviada de la humanidad han creado en esos momentos.
Si en las diversas ocasiones que tenemos oportunidad, miramos la forma femenina -en el caso del varón- o la forma masculina -en el caso de la dama- y se libera una imagen psicoerótica que en ese momento no es sublimada, ésta penetrará a la esfera endoconsciente, y al quedarse dormida la persona, éstas imágenes acumuladas se liberarán, vitalizando los súcubos o los íncubos que llegan a cohabitar con el varón o con la dama según el caso.
¿Entonces, no debemos volver a mirar los hombres a las mujeres ni ellas a los hombres? Eso sería antinatural. Se debe mirar, o más bien admirar, a la otra polaridad, como el ser que nos ofrece la posibilidad de divinizarnos, como la perfección de la obra divina en un cuerpo humano. ¡El cuerpo humano es perfecto y sagrado! Admirarlo desde ese punto de vista, de manera estética, acelerará la evolución y el progreso para quien de esta manera procede.
Esas entidades larvarias, íncubos, súcubos y basiliscos, son llamadas “el eterno enemigo de la noche”, al que hacían referencia los antiguos ocultistas. Para acabar con las entidades larvarias, lo primero que se debe hacer, es estar atento a las imágenes del diario vivir, lo segundo es la sublimación estética como divina imagen, que es la imagen bella, sublime, espiritual, que el varón debe tener de la mujer y ella del varón, y lo tercero es levantarse tan pronto amanezca.
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