Ley de causa y efecto
- Juan B Mejía V
- 6 abr 2019
- 2 Min. de lectura
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Dice un aforismo esotérico: “Sólo hay una ley; haz lo que quieras, pero ten presente que de todos tus actos tienes que dar cuenta.” Nos enseña el maestro Jesús: “Haz a los demás lo que quieras que te hagan a ti.” Expresa el apóstol Pablo: “No os engañéis. A Dios no se lo puede burlar. Lo que el hombre sembrare, eso recogerá”.
Si me tratan mal en esta encarnación, es porque en una vida anterior maltraté a alguien; y por ley de causa y efecto, recibo como consecuencia mi propio “cocinado”. Para librarme del karma negativo, debo tratar bien a los demás; de esta forma me haré merecedor a buen trato, y en un futuro, cuando haya redimido el karma negativo, recibiré mejor trato.
Toda acción que iniciamos, cada palabra que pronunciamos, tarde o temprano regresa a nosotros como consecuencia ineludible de la Ley de Causa y Efecto. Si ayudamos a alguien, otro nos ofrecerá su ayuda más adelante. Si lastimamos a algún ser, alguien nos lastimará “accidentalmente” en el futuro. Si quitamos sus bienes a otras personas, en el tiempo por venir perderemos posesiones nuestras en proporción a lo que sustrajimos. Si calmamos el hambre de otros seres, no nos faltará alimento aunque las condiciones económicas se pongan difíciles para nosotros. Tengamos siempre presente esta Divina Ley, inquebrantable, de causa y efecto. Es una ley que cobija a todos por igual, y que hace que al fin de cuentas reine la justicia en todo y por todo.
Es muy importante que reflexionemos calmadamente sobre las consecuencias que puedan derivarse de nuestras palabras, acciones o actitudes. Pensemos muy bien acerca de las razones que nos inducen a obrar de una u otra forma; siempre tenemos al menos dos opciones antes de iniciar una acción o de pronunciar una palabra; de nosotros depende obrar o hablar positiva o negativamente, y de este obrar depende nuestra vida futura. A cada momento estamos sembrando las semillas de nuestro porvenir, pues este será la cosecha que obtendremos como consecuencia de nuestro actuar correcto o incorrecto.
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