Karma y las tareas cotidianas
- Juan B Mejía V
- 28 jul 2019
- 2 Min. de lectura
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La vida cotidiana es la mejor escuela para aprender a vivir, si de veras acometemos las labores diarias con una actitud positiva, con voluntad de servir, con la certeza de que cada día nos hacemos mejores personas, con la esperanza de que todos nuestros elevados ideales se irán haciendo realidades concretas o abstractas.
Enfrascados en la larga sucesión de tareas que debemos cumplir, tales como ir a trabajar o a estudiar, atender las necesidades de la familia, cuidar de los hijos, etc., es preciso afrontar diversas situaciones, resolver diferentes dificultades que se presentan en el día a día.
A menudo se nos hace muy difícil llevar una vida armoniosa, porque algunos aconteceres son fastidiosos o indignantes, pero es necesario cumplir con estos compromisos de la mejor manera posible, ya que son parte del proceso que debemos completar para saldar deudas kármicas, y en el caso de que sean descuidados estos asuntos, podría verse retrasado nuestro desarrollo evolutivo; porque las causas sembradas en el pasado cuyos efectos eludamos en la presente encarnación, nos obligarían a repetir las mismas experiencias en encarnaciones futuras, hasta que hagamos consciencia al vivir los hechos que nos presenta la vida, como oportunidades para saldar las deudas kármicas.
La ley de Karma es muy severa y es la encargada de conducir nuestro destino hacia la resolución de cargas kármicas tanto positivas como negativas; y aunque en algunos momentos podemos sentirnos agobiados por las dificultades que tenemos que afrontar, debido a nuestros errores del pasado, debemos respirar profundo, pedir a nuestro Ser Interno su apoyo para resistir la situación, y afrontarla con valor y decisión hasta superar la prueba.
Si por ejemplo, en el hogar, el trabajo o el lugar de estudios, nos encontramos con una persona difícil, que intenta hacernos la vida imposible, debemos revestirnos de paciencia, tolerancia y buen ánimo, para evitar que llegue a sacarnos de quicio y nuestra emotividad sea la que maneje la situación y nos haga perder los estribos, y con ello perder una oportunidad de cancelar la deuda generada en el pasado.
El amor es la mejor herramienta para hacer frente a situaciones como esta. Si nuestro corazón está henchido de este noble sentimiento hacia nuestro prójimo, será fácil superar la situación, enviando mucho amor a quien nos agrede o intenta lastimarnos, imaginando que desde el corazón sale un potente rayo de luz dorada que inunda a la persona que nos genera sentimientos conflictivos.
También sirve en estos casos, recordar que todos somos parte de La Divinidad, que en el corazón de cada persona mora la chispa divina, y en consecuencia, somos parte de una misma esencia. Pensar que tal vez esa persona está pasando por un mal momento, o que en su vida pasa por situaciones difíciles que le hacen comportarse de manera negativa con nosotros, por lo que podemos comprender que su quisquillosidad tal vez no sea directamente orientada a nosotros, sino que es producto de su ambiente hostil y negativo, y que en realidad no es su intención molestarnos.
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