Magnetismo personal
- Juan B Mejía V
- 5 oct 2019
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El magnetismo personal es una esencia sutil y su naturaleza es tal, que es invisible a los ojos humanos; pero su poder es de tanta magnitud, que se manifiesta en nuestra vida diaria de mil maneras. Se encuentra a disposición de la mayoría de las personas hasta cierto punto, pero es tan tenue y fluctuante, que es muy poca la utilidad que les presta, ya que no tienen conciencia de este magno poder, ni de su acrecentamiento y conservación. El ser humano es un imán animado; el espacio que llena en la atmósfera es precisamente un gran centro de atracción, y su fuerza o debilidad, dependen de su conocimiento de este hecho; y el desarrollo de su pensamiento y de su fuerza de voluntad, están en estrecha relación con este conocimiento. Quienes en mayor grado logran acumular esta poderosa energía, son personas agradables, serenas, dueñas de sí mismas, y todos quieren estar cerca de ellas. “El Magnetismo en su parte vital, es la luz de la existencia; lo vemos brillar en los ojos de los niños; es seducción y atracción irresistible en las jóvenes que poseen estética; es decir, sentido ideal de la vida; en los varones, ese fuego se convierte en una especie de luz que da brillo a todos sus actos, haciendo vivos todos sus movimientos, los cuales están impregnados de un poder singular, pues quienes observan los movimientos de una persona magnética, no pueden evitar el estar pendientes de ella.” (O.H. Hara, Curso de Magnetismo Personal) El magnetismo personal no es hipnotismo, sino un fluido energético, y se desarrolla mediante la adquisición del perfecto dominio de sí mismo y el fortalecimiento de la voluntad, pero también depende en gran parte de la buena salud. Por su medio, las personas pueden atraer a otros, adquirir cualidades, o conquistar bienes materiales, constituyendo el magnetismo la verdadera llave del éxito en cualquier camino de la vida. Para desarrollar, acrecentar y conservar este precioso fluido que es el magnetismo personal, debemos reeducar nuestra personalidad, desaprender una cantidad de hábitos nocivos que hemos adquirido a través de muchos años, para sustituirlos por otros de carácter positivo y de esta forma enseñorearnos como soberanos de nosotros mismos, y prepararnos a disponer de esa poderosa fuerza invisible pero sensible, que proviene de la magna esencia del Universo. El factor principal para el desarrollo del magnetismo personal es el dominio de sí mismo. Aquel que no puede tener las manos quietas, presa del nerviosismo; quien tiene que estar acicalándose el vestido o el cabello; quien necesita estar jugando con cualquier objeto a su alcance; quienes se sobresaltan con cualquier ruido; aquellos que se dedican a charlas insulsas sin contenido o de doble sentido; o esas personas que se dejan dominar de la pasión o el deseo y se convierten en juguetes de las circunstancias, deben aprender a dominarse; ya que estas personas derrochan permanentemente su magnetismo personal y les resulta muy difícil conseguir acumularlo a niveles que les permitan alcanzar grandes realizaciones. Es necesario aprender a dominar toda acción nerviosa y los hábitos frívolos. Debemos llegar a ser dueños de cada parte de nuestro organismo, a través del inmenso poder de la voluntad. Sólo se puede ser magnético si se posee amor desinteresado hacia todos los seres, sin establecer diferencias; puesto que el magnetismo es la expresión viviente del altruismo en pensamientos, sentimientos y obras; mientras que, los estados amagnéticos, se deben al egotismo; es decir, aquel pensamiento dominante en las personas que todo lo quieren para sí, sin sacrificar nada, ni siquiera un pensamiento en pro de la armonía y felicidad de la especie a la cual pertenecen. Consideremos el cerebro, como una delicada máquina semejante a una dínamo que produce el pensamiento, al igual que la dínamo genera electricidad. Los átomos del pensamiento son tan infinitesimales, que exceden probablemente la más alta proporción de velocidad conocida, pues cuanto más pequeño es el átomo, más elevada y más rápida es la proporción de vibración. El éter es una sustancia extremadamente sutil; tanto, que la ciencia apenas vislumbra su presencia y la ha denominado “materia oscura”. Esta sustancia llena el espacio entero, e impregna toda materia y todo cuerpo. Es el medio a través del cual viaja la luz en forma de ondas concéntricas. De igual forma como la luz viaja a través del éter en el espacio, el pensamiento, siendo de naturaleza más sutil que la luz, se desplaza por el mismo medio a una velocidad mayor que ésta, partiendo desde el centro del cerebro, desde donde es irradiado hacia el objeto en el cual lo tengamos enfocado en un momento específico. Cuando pensamos, aunque sea en las más simples cuestiones, los átomos del pensamiento generan perturbaciones en el éter, de una magnitud proporcional al poder de la concentración de quien emite dicho pensamiento. El proceso mental, de acuerdo a su intensidad y concentración, afecta a las secreciones internas de nuestro cuerpo, al funcionamiento de nuestros órganos y miembros, a la claridad de nuestros sentidos. Si son de carácter positivo, nos envuelven en una onda luminosa y radiante de amor, pero si son negativos producen un efecto devastador, atrayendo males de toda índole a quien mal piensa. Con el tiempo, estos efectos se manifiestan en desórdenes y enfermedades de tal naturaleza, que ni el paciente ni el médico aciertan a determinar a qué se deben o de dónde provienen. “En el campo pensante, el cerebro es la masa de materia, la fuerza que irradia la energía y crea un campo; en el cerebro débil, mal organizado, este campo es débil y afecta únicamente a una área muy limitada. Pero cuanto mayor es el magnetismo personal, más poderoso y organizado el cerebro, mayor es la extensión de su irradiación, más amplio su campo, más persistentes sus efectos. Y la generación de la fuerza pensante o inteligencia de un pensamiento organizado y concentrado, señala el advenimiento de un gran hombre o de una gran mujer. Grandes, con relación a la esfera de su trabajo y de su talento dominador.” (O.H. Hara, Curso de Magnetismo Personal) En la medida que aprendemos a dominar las técnicas para el cultivo del magnetismo personal, podemos mediante la concentración organizada del pensamiento atraer prosperidad, salud, felicidad, riqueza, establecer excelentes relaciones personales o comerciales, y dominar todas las situaciones adversas, tan rápida y efectivamente como sea nuestro progreso en el acrecentamiento de esta poderosa energía. “Cuando el ser humano realiza un movimiento con su cuerpo, altera desde luego la posición del éter y provoca una perturbación o presión; pero cuando piensa, provoca una perturbación mucho más poderosa, y cuando consideramos la manera de pensar que caracteriza a muchas mentes, podemos comprender por qué parecen barcos sin gobierno en medio de un mar proceloso; parece que son juguete de toda clase de corrientes contrarias, y el resultado de ello es una vida de miserias. Cuando el pensador organizado ejerce la fuerza mental, provoca también una perturbación; pero el viento (usando un símil apropiado) sólo sopla en una dirección, de modo que esa persona no es combatida por sus propios conflictos. No puedo comprender que alguien quiera por su propia voluntad convertir su vida en un infierno, cuando puede hacer de ella un cielo en el más alto grado.” (O.H. Hara, Curso de Magnetismo Personal) Un principio fundamental para el desarrollo adecuado del magnetismo personal, es la plena confianza en que con su adecuado empleo, podemos conquistar todas las cosas positivas que nos propongamos. Cualquier duda es destructiva de su magnífico poder. Es preciso que hagamos uso de esta poderosa energía, con plena confianza en nuestra capacidad de atraernos todo lo bueno que deseamos y merecemos. Para fortalecer nuestra confianza en estas capacidades, es necesario que realicemos los ejercicios adecuados de la manera como indica el señor O H Hara a continuación: “Respirad profundamente, pero con perfección, con suavidad y sin esfuerzo, procurando no contar la respiración, ni sostenerla durante largo tiempo y dejando que el proceso se desarrolle de una manera perfectamente natural, sin esfuerzo. La respiración profunda, es decir, desde el abdomen y mejor aún desde más abajo o desde el plexo solar, tiene un efecto curioso y directo sobre todos los esfuerzos encaminados a la concentración, clarividencia y poderes afines del espíritu.” (O.H. Hara, Curso de Magnetismo Personal) A la par que hacemos los ejercicios respiratorios, ejecutamos el siguiente ejercicio: De pie, con una pesa de máximo 3 libras en cada mano, colocadas sobre las caderas. Al respirar, levantar lentamente las manos por encima de la cabeza hasta hacer chocar las pesas. Contar hasta cinco conservando el aliento, y luego bajar los brazos por los costados mientras exhalamos el aire. Este ejercicio se repite por 20 veces; realizarlo diariamente al mismo tiempo que el ejercicio de respiración profunda. Para conservar el magnetismo se realiza el siguiente ejercicio a mañana y noche (sin pesas): Al tiempo que se realiza el ejercicio de respiración profunda, se extiende lentamente un brazo, cerrando la mano hasta que cada músculo quede extendido y rígido; se baja el brazo y se repite con el otro; luego se hace el mismo ejercicio con ambos brazos. Mientras los músculos están rígidos se retiene el aire, y luego se suelta el cuerpo permitiendo que se relaje totalmente. A continuación se hace el mismo ejercicio con cada pierna, el tronco, y el cuello. Una vez que aprendemos a respirar adecuadamente, concentramos el pensamiento en ondas poderosas, para envolver una vívida imagen de aquello que deseamos atraer, mientras permitimos que la emoción de la alegría por el logro alcanzado nos embargue. Las corrientes de pensamiento positivo obran como imanes y atraen las buenas energías de otras personas que están en contacto con nuestro objetivo, realizando todo lo que pueden para precipitar el éxito. Para la efectiva realización de nuestros propósitos, es preciso ver con nuestra imaginación cómo las ondas magnéticas transportan nuestros pensamientos hacia el objeto elegido, y regresan a nosotros con la potencia de la realización concreta de nuestros anhelos. Es necesario que nos volvamos fuertes individualmente, que conozcamos nuestro propio poder; pero no olvidemos que este mismo poder, no es más que la gloria reflejada de una Luz, el centro de todas las cosas, la Inteligencia Universal, (Dios o como denominemos esa poderosa energía) de la que todo proviene y que sin su concurso nada podemos obtener. Con mucha frecuencia nos limitamos a nosotros mismos; no aspiramos a la abundancia que por herencia divina nos ha sido dada. Debemos permitir que nuestra esfera de acción sea tan amplia como sea posible; los grandes pensamientos puestos en acción, conducen a grandes resultados. Si hasta ahora hemos sido esclavos del destino o de las circunstancias, mediante el empleo de la fuerza magnética, podemos llegar a ser y hacer cuanto queremos. La edad y el sexo para nada importan. Lo que cuenta es la voluntad de dejar atrás el pasado y apoderarnos del presente con mentalidad positiva y con la certeza de que en nosotros está el poder para conquistar cuanto anhelamos. Así como la naturaleza es abundancia y en razón de que estamos conectados por medio del magnetismo personal, con esa inconmensurable fuente de abundancia, debemos ser pródigos con los demás. Dar con largueza y generosidad, nos hace merecedores de recibir en la misma medida.
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