La eutanasia
- luzenelsendero
- 12 nov 2020
- 2 Min. de lectura
Muchas personas al verse agobiadas por enfermedades graves o por la vejez, deciden terminar su vida por medio de la eutanasia. Otras en un acto de “caridad”, le ayudan a una persona enferma o vieja a salir de este mundo y sus penurias, por medio de este procedimiento médico.
Olvidan que la vida es sagrada y por lo tanto nadie puede disponer de ella, antes de que llegue a su término de manera natural y además, al no ser conscientes de que el sufrimiento por el que pasamos es consecuencia de nuestros actos errados en el pasado, ya sea en esta vida o en una anterior, evitan para sí mismos o para otros, el sufrimiento liberador de Karma. En su desesperación, quieren acortar el camino para zafarse de los males del cuerpo, pero lo que hacen es aplazar estas dolencias para encarnaciones posteriores, porque la justicia divina a cargo de Karma, es inexorable.
Si bien es cierto que cada quien, conforme al libre albedrío que le ha sido conferido, puede hacer lo que mejor le parezca, también lo es que el dolor, es el resultado de transgresiones a las leyes divinas en esta u otra encarnación, y la eutanasia como el suicidio, son intentos vanos de escapar a los efectos correspondientes a causas que hemos generado antes.
Para quien elude de esta u otra forma el dolor que producen sus actos negativos, las consecuencias kármicas siguen vigentes y deberá enfrentarse a situaciones similares en encarnaciones futuras, hasta que la balanza de Karma se equilibre. Esto deberían tenerlo presente quienes piensan en someterse a la eutanasia o aplicársela a otros, o en perpetrar suicidio.
Por supuesto que es una situación muy diferente el caso de las personas que se encuentran en estado vegetativo y que ya han pasado por una “muerte cerebral”, o aquellas para las que ya no hay forma de que vuelvan a llevar una vida normal, pues ya ningún procedimiento o tratamiento las volverá a la existencia; por el contrario, sus espíritus sufren mucho porque no les permiten partir, para seguir su camino hacia los mundos sutiles. Desconectarlas o evitar que las entuben, es un acto de caridad y amor que ellas agradecerán grandemente.
La vida es sagrada y el sufrimiento es algo que hemos merecido por actos errados en el pasado. No se trata de “satanizar” a nadie, sino de hacer consciencia acerca de las situaciones. No obstante, como se ha dicho, cada quien es libre de tomar sus decisiones, eso sí, siendo conscientes de que de todos nuestros actos debemos rendir cuentas a Karma.
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