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La sagrada energía de la vida

  • luzenelsendero
  • 7 ene 2021
  • 7 Min. de lectura

La naturaleza es la vida. La naturaleza es el amor. La naturaleza es la energía que nos anima y que anima todo, tanto la vida aparentemente inerte, los minerales en los que apenas está en latencia, como la inanimada, los vegetales, a los que sostiene, y la animada, los animales y humanos. La naturaleza es La Divinidad manifestada; Dios, Allah, Yahveh, Brahma, o cualquier nombre que le demos. Todos y todo, estamos inmersos en ese gran mar de energía.

Dios es energía, es el Universo, y dentro de Él estamos nosotros como chispas o vórtices de energía y en su ser evolucionamos. Al estar todos y todo dentro de este magno océano de energía, todos estamos interconectados unos con otros, a través de sutiles hilos de energía.

Esta energía dentro de la cual evolucionamos, es denominada por el esoterismo el Alma del Mundo y por la ciencia materia oscura, o energía oscura. Se encuentra diversificada en múltiples niveles de vibración, desde lo más sutil, La Divinidad en sí misma, hasta lo más denso, el universo físico que conocemos por medio de la ciencia. Es este el sacrificio que realiza La Divinidad al densificarse para autoconocerse, por medio de las diversas experiencias que debemos tener de instante en instante todos los seres evolucionantes en el universo.

De esta magna energía sólo conocemos, por ahora, una ínfima porción, la que se manifiesta en la vida evolucionante en este planeta en el plano tridimensional, pero desconocemos la mayor parte, que se manifiesta en otros siete planos de menor densidad o mayor sutilidad, y aún nos resulta difícil tan sólo imaginar o concebir la magnificencia y poder que se manifiesta en otros ámbitos del infinito universo.

Los puntos focales, en este universo físico en los que se manifiesta esa energía en cada ser, son la consciencia, el centro crístico y el centro sexual; este último se divide en dos aspectos: la sustancia, que es la que permite perpetuar la vida física de las especies, y la energía contenida en ella, que es la que permite la evolución del espíritu.

De un lado tenemos la pulsión del instinto, la atracción de los opuestos, que nos mueve a encontrarnos como polaridades masculino-femenina. En ese encuentro de polaridades se perpetúa la vida física, si esta energía se mueve hacia abajo y hacia afuera. Si su movimiento es hacia adentro y hacia arriba, permite la manifestación de la vida espiritual, la expansión de la consciencia, para avanzar en el sendero evolutivo.

Es debido a que la humanidad actual, que somos rezagados en la evolución, nos encontramos inmersos en lo material que nos tiene esclavizados, que la humanidad está viviendo tan tremendo caos en todos los aspectos.

Cuando se realiza el acto sexual con el fin de procrear, estamos cooperando con la vida para que se perpetúe, dando oportunidad a un espíritu para reencarnar y continuar adquiriendo experiencia, de la misma forma como a nosotros se nos dio esa oportunidad, que nos obliga a corresponder a este servicio, dando oportunidad a uno o dos seres de encarnar, para continuar adquiriendo experiencia y evolucionando a través de ella.

La energía que no se emplea para la procreación, no se debe dejar quieta, porque las aguas estancadas se descomponen. Debe ser empleada para regenerarnos espiritualmente, elevándola a los centros superiores por medio de la meditación-sublimación o proceso alquímico. Con este trabajo nuestros cuerpos densos se van haciendo más sutiles cada vez, hasta que llegan a ser suficientemente adecuados para permitir que nuestro Espíritu interno nuestro Ser superior, se manifieste en ellos y podamos educir mayor consciencia y sensibilidad.

Nuestro Espíritu interno es la chispa de Dios en nosotros, que nos conecta con su magna esencia, la que nos hace semejantes a Él y que potencialmente posee todas las capacidades divinas que en el decurso de la evolución iremos despertando y activando, desarrollando ingentes poderes y capacidades.

Esta conexión con La Divinidad, hace que en nosotros se manifieste una fuerte propensión hacia lo divino, como una inquietud, un desasosiego, una tendencia incomprensible, un deseo intenso de búsqueda de algo sobrenatural que no alcanzamos a comprender, pero que intuimos como cercano, como indispensable, pero que no conseguimos descifrar qué es.

En Oriente, como durante siglos la gente ha venido cultivando el aspecto espiritual, estas tendencias e inquietudes son fáciles de encauzar, debido a que existe gran diversidad de instructores que se encargan de orientar a aquellos que están maduros para entrar en el sendero, de acuerdo con su grado de desarrollo. Es común en estas regiones encontrar personas con capacidades suprafísicas como clarividencia, levitación y otras. De igual modo, existen muchas personas que han suprimido todo alimento físico, viviendo sólo del prana proveniente de la energía solar.

Por supuesto que hay una gran porción de orientales que se han occidentalizado y por lo tanto desconectado de su ascendencia divina y de la sabiduría que esta conserva, pero esta desconexión es temporal, aunque pueda durar varias encarnaciones.

En Occidente, debido a la perversa influencia de las religiones, hemos perdido esa conexión natural con lo divino y nos han cambiado la visión de La Divinidad por un ser configurado a semejanza del ser humano, atribuyéndole toda nuestra perversidad, nuestra ignorancia, nuestra inconsciencia. Por este motivo es tan difícil para nosotros conectar con lo espiritual. Además, el excesivo racionalismo nos impide comprender y percibir los postulados de la ciencia espiritual.

Las religiones nos han desviado del camino espiritual, con el objetivo de sojuzgarnos, de someternos a la influencia de los poderosos apalancados en el poder económico, incluidos por supuesto, los mismos jerarcas de las distintas Iglesias. Con este fin hemos sido manipulados por siglos, mantenidos en la ignorancia, lo cual ha distorsionado nuestra percepción del universo y de lo espiritual, impidiéndonos avanzar en el sendero evolutivo.

Por lo anterior, en Occidente son minoría las personas que han tomado conciencia de su divinidad, de la sacritud de la energía genésica y de lo intrascendente que es el mundo físico, que tiene como objetivo de gran relevancia ofrecernos la resistencia necesaria para aquilatar el espíritu y fortalecer la voluntad, con el fin de avanzar en la senda evolutiva.

El abuso de la energía genésica, es lo que ha conducido al profundo caos reinante, ya que dominados por la ignorancia nos hemos sumido en el materialismo, la violencia, la lujuria, los vicios y los abusos de todo orden, lo que ha propiciado que desperdiciemos inmisericordemente tan sagradas energías.

El objetivo principal de esta preciosa energía, que se nos ha ocultado, es que con ella seamos seres más espirituales cada día y que al usarla adecuadamente dentro de la relación de pareja heterogénea, representa la más maravillosa oportunidad que La Divinidad nos ha conferido para elevarnos, pero infortunadamente la estamos empleando para degradarnos.

La pareja heterogénea, el hombre y la mujer, son energías complementarias que al unirse, pueden crear en todos los órdenes, pero esta unión debe ser sublime, tierna, bella, amorosa, sensible, pura. De esta forma ambos se están regenerando tanto espiritual como físicamente. Pero por la ignorancia reinante, nos hemos desviado de tan elevado objetivo y la unión se realiza con lujuria, emotividad, pasión desmedida, deseo materialista de placer, lo que pervierte esta preciosa energía, que en la actualidad poco se emplea para generar vida, ya que debido a los medios de control de natalidad se está usando para dar rienda suelta a la lujuria.

La persona que carece de pareja también puede aprovechar esta preciosa energía para elevarse a las regiones superiores, para ampliar su consciencia, para avanzar en la evolución, para conquistar lo que quiera en cualquier campo. Esto puede conseguirlo por medio de la meditación-sublimación.

La energía generadora es la fuente maravillosa de la alquimia, que permite generar en todos los órdenes. El desgaste excesivo de esta energía hace que las parejas pierdan su armonía, que se vaya estableciendo la violencia dentro de ellas, que vaya desapareciendo el magnetismo que los mantenía unidos.

Los conflictos de pareja, las rupturas, las desavenencias con los demás, la emotividad, los celos, etc., surgen como consecuencia del abuso de la energía generadora. Si la pareja aprendiera a acercarse al altar de la sexualidad con devoción, con ternura, con respeto hacia esa sagrada energía, las cosas serían diferentes: habría más armonía entre las personas, se acabarían las desavenencias y las riñas conyugales, viviríamos en el paraíso, estaríamos en el camino de la divinización, que es la entrada a los mundos divinos.

Son muchos los que exigen pruebas contundentes para aceptar los anteriores postulados. Pues bien, el ocultismo es científico y por lo tanto se ofrece el procedimiento para la verificación de todos sus asertos; no obstante, muchas personas se niegan a realizar tal comprobación, porque exige sacrificios que no están dispuestas a realizar. Pero para el investigador nato, sincero, de mente abierta, existe la posibilidad de poner a prueba, de manera gradual, todo cuanto se dice en este escrito.

La prueba es muy sencilla. La mayoría de personas habrán notado que cuando se llega al orgasmo con demasiada frecuencia, el hombre generalmente se siente asqueado, vacío y no quiere saber nada de su compañera hasta tres o cuatro días más tarde, cuando se revitaliza. Esto se debe a que el hombre pierde mayor cantidad de energía y sustancia que la dama. Si esto se repite muchas veces, es lo que da lugar a peleas y separaciones, porque el magnetismo se va agotando.

El siguiente ejercicio permite comprobar los hechos expuestos. Adopte la pareja heterosexual (hombre y mujer), una actitud armoniosa frente al connubio, acercándose el uno al otro con ternura, sin pasión ni lujuria, con admiración profunda del uno hacia la otra y viceversa, procurando que no haya derrame de sustancia seminal (orgasmo) durante el mayor tiempo posible (una semana, un mes, etc.). En todo tiempo deben procurarse muchas caricias, físicas y psicológicas, tratarse con ternura, con afecto sublime, con devoción, admiración y respeto.

Luego de tres semanas de estar realizando este procedimiento, observen sus reacciones el uno frente al otro y de ambos frente a los demás y hacia el mundo. Notarán que hay más armonía, menos agresividad, mayor tolerancia, más compenetración entre ambos.

Si llevan a cabo el procedimiento en la forma descrita, comprobarán la certeza de lo explicado en cuanto al manejo de la energía generadora, para el restablecimiento de la armonía interior. Si hecha esta verificación desean avanzar en el sendero, pueden investigar y profundizar en temas esotéricos y ocultos; es un estudio que abarca muchas encarnaciones, pero debemos comenzar por la primera que es la actual, o la siguiente, o una posterior, si no empezamos ahora.


 
 
 

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