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Porqué el sufrimiento humano

  • luzenelsendero
  • 29 jun 2020
  • 3 Min. de lectura

Enseñados como estamos, por el condicionamiento mental y social que nos han impuesto las religiones, a pensar que todo lo malo que nos sucede es un castigo divino, muchas veces preguntamos: ¿Dios, porqué este sufrimiento?, ¿Qué he hecho de malo para merecerlo? Y terminamos pensando que Dios es cruel e injusto con nosotros y con todos los que sufren sin motivo aparente.

No obstante, todo en el universo tiene un sentido, un significado, un propósito y por supuesto, una causa. Una vez que comprendamos estos elementos, veremos que en realidad Dios es la justicia misma, que Él no tiene que ver con nuestro sufrimiento, que los únicos responsables de nuestros males y padecimientos somos nosotros.

Dios, La Divinidad, o como queramos llamar a esa energía magna que genera y dirige los universos y mundos, nos ha dado entre tantos dones que nos ha otorgado, el libre albedrío, que es la potestad y capacidad para hacer lo que queramos, pero esta libertad tiene una condición limitante, y se expresa en la divina ley que dice: “Haz lo que quieras, pero ten presente que de todos tus actos tienes que dar cuenta.”

Dirán algunos, ¿dar cuenta a quién?, ¿a los curas o pastores?, ¿a los jueces terrenales?, ¿a los progenitores?, ¿a Dios? No. Dar cuenta a nosotros mismos. Sólo cada uno está en capacidad y tiene el poder de juzgarse a sí mismo. Nadie, ni Dios mismo tiene ese derecho. Es un derecho inalienable que tiene cada persona de ser su propio juez, en la intimidad de su propio ser, en el ámbito de su propia consciencia.

Nuestro libre albedrío termina precisamente donde comienzan los derechos de los demás. Pero a veces traspasamos esos límites y lastimamos, ofendemos, sojuzgamos, en fin, afectamos de alguna manera a otros, y esos hechos son generadores de karma negativo, que como causas quedan almacenadas en nuestro endoconsciente, y cuando Karma lo decide, sea en esta o en una encarnación futura, propicia la generación de eventos que producirán los efectos que debemos vivir, para que se cumpla rigurosamente la ley.

De tal forma, que el dolor que sufrimos hoy, procede de causas que sembramos en la actual encarnación o en alguna vida anterior, cuando causamos dolor y sufrimiento a otros, y hoy, por secuencia de causa y efecto, debemos padecer esos mismos males que ocasionamos a nuestro prójimo, con la misma intensidad y duración que lo sufrieron nuestras víctimas.

Por este motivo, es que vemos en ocasiones sufriendo enormemente a personas demasiado buenas, y nos dolemos de tal injusticia. No comprendemos porqué una persona que toda su vida ha sido tan buena, tenga que padecer calamidades terribles, que a nuestro juicio no merece.

Nuestro juez es nuestro ser interno, nuestro espíritu, que guarda en el endoconsciente la memoria de todos nuestros actos en esta y las encarnaciones anteriores, para saber cuándo hemos actuado mal, y tener presente que cuando Karma lo determine, tendremos que recibir el ajuste de cuentas correspondiente.

Por supuesto que así como hay karma negativo, también lo hay positivo, y todos nuestros actos bondadosos, altruistas, tienen su recompensa. Por este motivo vemos a muchas personas que transcurren su vida en medio de abundancia, salud robusta, felicidad completa, porque ya han aprendido la lección en encarnaciones anteriores, y han modificado su forma de comportarse, para no generar nuevo karma negativo.


 
 
 

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